El estrecho de estambul
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La joya de estambul
El Bósforo es el estrecho que separa el Mar de Mármara del Mar Negro y, además, divide a Estambul en dos partes, la europea y la asiática. Está cruzado por dos puentes principales, el Boğaziçi y el Fatih Sultan Mehmed, pero el cruce en ferry sigue siendo habitual.Para quienes visitan Estambul, hacer un crucero por el Bósforo es ineludible, ya que en la margen europea del estrecho se asientan muchas fortalezas y palacios de la época otomana, que se ven mucho mejor desde el agua y, por otro lado, admirar desde la distancia el perfil de Estambul, poblado de cúpulas y minaretes, puede ser una experiencia inigualable.El recorrido por el Bósforo se puede hacer de distintas maneras. Una opción es usar el ferry tradicional de IDO, con el que puedes ir de un sitio al otro, bajar para recorrer, si quieres, y volver a subir. Por otro lado, hay varios tours de distinta duración. Una opción es tomar el ferry que parte de Eminönü, cerca del Puente Galata. No puedes perderte porque el sitio de donde salen los ferrys está claramente indicado con la señal que dice Boğaz İskelesi.
Estambul es conocida popularmente como la ciudad entre dos continentes debido a que está separada en dos partes, una de ellas en Europa y la otra en Asia, divididas físicamente por el Bósforo. Y estando varios días en la antigua Constantinopla no queríamos perdernos una de las excursiones más apetecibles que se pueden hacer, una travesía en barco desde Estambul atravesando todo el estrecho del Bósforo hasta llegar a uno de los últimos pueblos en la desembocadura del Mar Negro. Pasamos por debajo de los puentes que unen ambos continentes, vimos mezquitas, antiguos palacios en la orilla, barcas de pescadores locales, hasta que llegamos a la fortaleza en la última parada para asomarnos al Mar Negro. Una pasada.Para comprar los tickets de esta excursión hay que dirigirse al puerto de Eminönü, que se encuentra al lado de la estación de tren de Sirkeci, en el muelle que hay pegado al puente Gálata. El precio por persona fue de 25 liras turcas (aprox. 11 euros), y el barco hace varias paradas a lo largo del Bósforo, pero nosotros íbamos directos a la última de ellas: Anadolou Kavagi. Se tarda una hora y media más o menos en el viaje de ida y lo mismo para la vuelta, y puedes estar el tiempo que quieras en el destino siempre con atención de ver los horarios del barco de vuelta para no quedarse en tierra. Nosotros fuimos en el que salía a las 10:30 y a las 16:30 ya estábamos de vuelta en el puerto de Eminönü, por lo que es una excursión que se puede hacer en medio día perfectamente.
Memorias del viajero en el bosforo
Cuando te alejas de la orilla es cuando te das cuenta realmente de la mega urbe que es Estambul, que con once millones de habitantes se sitúa como la tercera más poblada de Europa. Nos alejamos de Sultanahmet dejando atrás las siluetas de las mezquitas, y contemplamos antiguos palacios que los sultanes otomanos construían en la ribera como el de Dolmabahçe o el de Çırağan, aunque también algunas modernas casoplonas (no de sultanes, pero casi…) que tienen su muelle privado con la lancha o barco en la puerta. El Bósforo tiene 30 kilómetros de longitud, su anchura máxima es de 3700 metros y la mínima de 750, y para atravesarlo en coche hay dos puentes de aproximadamente un kilómetro que pasaron sobre nuestras cabezas en el recorrido.Se pasa volando el trayecto disfrutando de las vistas y de la brisa en el exterior del barco, y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos atracando en el muelle de Anadolu Kavagi. Este pequeño pueblo de pescadores se sustenta básicamente por los turistas que llegan en esta excursión y hacen gasto en sus puestos y restaurantes.
Una vez allí no hay nada que ver en el pueblo, el verdadero punto de interés se sitúa varios metros sobre el nivel del mar, en la colina sobre la que se encuentra la Fortaleza Ceneviz. Se llega desde el pueblo subiendo primero por una carretera y luego por un camino, y aunque hay que salvar un fuerte desnivel, apenas se tardan quince minutos en llegar hasta arriba.Este castillo en ruinas no tiene mucho de especial, pero sí las únicas vistas que se obtienen del Bósforo a un lado y de la desembocadura en el Mar Negro al otro. Y como dato para los curiosos, tengo que deciros que el Mar Negro (al menos el primer tramo que veíamos desde la colina) no hacía honor a su nombre para nada y gozaba de un color azul turquesa precioso, al igual que el Bósforo y su desembocadura.
Después de pasar un rato reponiéndo fuerzas con algo de picoteo sentados a la sombra del castillo, bajamos de nuevo al pueblo y comimos en uno de los restaurantes que hay para los turistas un (no muy abundante) menú compuesto de ensalada, un plato con calamares y mejillones, una mini brocheta y coca cola por 12 liras turcas cada uno (5 euros aprox.).De vuelta a Estambul volvimos a disfrutar del relajante trayecto con las vistas de los pueblecitos de la orilla o la Fortaleza de Rumeli situada en el punto más estrecho del Bósforo. Nos sentíamos tan a gusto que no queríamos que llegara el momento de bajar del barco…
"Digamos que existen dos tipos de mentes poéticas: una apta para inventar fábulas y otra dispuesta a creerlas"
- Galileo Galilei